Otra de las opciones que existen en estos casos, sería solicitar una nueva hipoteca y asumir la de la nueva vivienda y la antigua al mismo tiempo. En este caso, al igual que en cualquier otra operación, los bancos requerirán que los clientes puedan pagar, al menos, un 20% del precio de la compra y el 10% de los gastos. Esa situación requiere tener unos ingresos elevados para decantarse por esa opción.
Por último, existe la opción de contratar una hipoteca puente. Pero, ¿En qué consiste este tipo de préstamo? Uno que permite al cliente cambiar de vivienda a otras, la soñada, mientras gana tiempo para vender la primera.
Las hipotecas puente
Las hipotecas puente surgieron hace más de dos décadas en el mercado inmobiliario, aunque empezaron a popularizarse los años previos al estallido de la burbuja inmobiliaria. Antes de la crisis, los bancos concedían carencia total a este tipo de operaciones, y los efectos negativos comenzaron a tener consecuencia tras el bajón del mercado inmobiliario, ya que el número de compraventas disminuyó considerablemente y la deuda inicial con el banco, más los intereses, fueron acumulándose durante los años.
Una situación financiera muy complicada para muchos vendedores que, además de ver cómo el precio de sus viviendas disminuía sin cesar, y en el hipotético caso de que consiguieran vender, no iban a ser capaces de devolver el capital prestado.
Ventajas e inconvenientes de las hipotecas puente
Actualmente, una de las ventajas que ofrecen las hipotecas puente es que permite al vendedor una mayor flexibilidad para vender sin prisa su antigua casa o piso. Además, este tipo de préstamo es compatible con poner en alquiler la vivienda actual, por lo que, el vendedor tendría acceso a ingresos adicionales mientras la tiene en venta. Y podría así afrontar las cuotas.
Algunas entidades bancarias también permiten acceder al 100% de la financiación del valor de la nueva vivienda y sus gastos, siempre y cuando, la suma del nuevo préstamo hipotecario que quede por devolver al banco del anterior no sea superior al 80% del valor de tasación de ambas casas. Para ello, el banco analizaría de forma detallada la situación del cliente para evitar un riesgo de endeudamiento a medio o largo plazo.
En caso de que el vendedor no consiguiera vender su antigua vivienda en el plazo de tiempo fijado, tras la compra de la nueva, no podría cancelar el préstamo anterior y debería empezar a abonar la cuota de la hipoteca en cuestión. Esta situación supondría un desembolso mayor para propietarios y un riesgo mayor de endeudamiento. Además, deberás tener en cuenta que, con el paso del tiempo, la vivienda perderá valor.
Sin embargo, este tipo de hipotecas también presentan alguna desventaja. Por ejemplo, tener que hipotecar una casa que estaba libre de cargas o poco hipotecada, además de solicitar una hipoteca por un importe más alto al que tendríamos que pedir en caso de que hubiésemos vendido.