Las 8 de la mañana. Voy a visitar un ático en El Putget. Me tomo primero un café en un bar, en las mesas de fuera. Hace muy buen día y, a pesar de ser tan temprano, la gente pasea de buen humor, receptiva a los retos de la jornada que empieza. El ambiente me anima.
Me levanto y me dirijo hacia la finca donde está el piso en venta que voy a conocer. En la calle en cuestión casi no hay nadie. Es un lugar tranquilo, lo cual está muy bien, pero yo tengo ganas de ver gente. Gente que vaya y que venga, gente que grite y que se calle, que ensucie y que limpie, gente que viva la primavera que está aflorando en el barrio. El piso en sí, en cambio, sí lo siento vibrar de vida, enseguida. Late al mismo ritmo que el pulmón verde del parque del Putget.
Los propietarios lo han engalanado con colores vivos y detalles de todo tipo, de arriba abajo, los 200m2 al completo. Elegancia y confort. Los textiles del salón comedor, por ejemplo, son ligeros. En esta estancia, la tapicería del sofá y el papel de pared son muy alegres. Arcos, columnas y suelos de parquet confieren al espacio un no sé qué muy especial. La cocina office es enorme, espectacular. Brillante y con pinceladas de color en forma de fruta y verdura, toques de madera. Está diseñada para hacer felices a los más exigentes.
En esta primera planta del ático también hay zona de noche. La suite me transmite las mismas sensaciones de verano sosegado y, de hecho, las mantengo a flor de piel a lo largo de la visita a las otras dos habitaciones, una individual y una doble, y al baño que comparten. Pero el plato principal me espera en el piso de arriba. Subo por la escalera, aunque dispongo de ascensor, y llego a un distribuidor y una pequeña office. Me comentan que hay una habitación doble y un baño pero me hacen pasar primero hacia un despacho con chimenea. Aunque me parece fabuloso no puedo apartar la mirada del acceso a las terrazas. Me apetece mucho salir a disfrutar de la brisa y el sol, las plantas, la mesa de madera y los cojines, de un rato de chill out.
Estoy segura que los futuros propietarios se enamoraran precisamente de esto, de los 111m2 de terrazas y los pequeños placeres diarios que ofrecen. La magia de lo cotidiano. ¿La queréis experimentar?
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Autor: Marina Arall,
Vivendex marketing manager